sábado, 3 de enero de 2009

Be yourself, everyone else is already taken

“Sé tú mismo, todos los demás ya están cogidos”, así, en una traducción demasiado rápida. Me gustó en su día cómo sonaba esa frase de Oscar Wilde, por lo que asimilé su contenido de manera torpe y me quedé conforme con un concepto vacío e infantil, que relacioné con el ansia de autenticidad. Me bastó con eso, y no quise darle más vueltas.
Claro que la segunda parte de la frase pasó tan desapercibida que hoy, al releerla, me sorprendía con cada letra. El único motivo a ser nosotros mismos es, precisamente, que no nos queda otro remedio que serlo.
Me ha hecho sonreír, y recordar con cierta ironía cada momento en el que he procurado mimetizarme por miedo a ser distinta. De alguna manera, el ansia de mimetismo también me hacía diferente.
Te lo conté todo, ¿te acuerdas? No, supongo; no te acuerdas. En realidad, sé que ni siquiera me escuchabas. Tú hablabas de cosas distintas y me obcequé en comprenderte. A día de hoy, todavía no te entiendo. Cuando se cierran las puertas del tren, mis manos no atraviesan el cristal y nos perdemos –las tres- hasta que no te encuentro.
Me obcequé también en echarte de menos y, a decir verdad, el esfuerzo hace que de vez en cuando me falte tu compañía, pero sigo sin adivinar dónde puedo encontrarte si te necesito. A lo mejor ya no hace falta. La ilusión ya es sólo recuerdo y nada importa. Hablas y tu voz se pierde entre gritos y música, entre gente que me hace reír, entre canciones que ya no relaciono contigo y noches sin dormir.
Hay veces en las que yo todavía intento escucharte; pura inercia. Cuanto más lo hago, más me doy cuenta. Eres tan diferente que me asusta descubrir lo solos que estamos.
Soy irremediablemente distinta, y el haber querido amoldarme me ha hecho todavía más opuesta. Me radicalizo al desistir y darme cuenta de que no me reconozco. Supongo que todo se basa en eso; ya lo dijo Wilde. No puedo cambiar cómo soy, y tú no lo harías aunque pudieras.
Las sonrisas congeladas se derriten en mis manos.
Estoy cansada de mirar hacia otro lado y seguir riendo tus frases vacías.

Necesito palabras nuevas que añadir a mi repertorio de recuerdos. Necesito gritar incoherencias con gente que las entienda. Necesito música, insomnio voluntario, noches interminables y risas gratuitas. No quiero otro rompecabezas.
Deberías comprenderlo, ¿sabes? Deberías ver lo mismo que yo, aunque nuestras miradas sólo se choquen con espíritu de reproche.
Inténtalo tú, si puedes.
Yo ya no tengo remedio.