jueves, 9 de diciembre de 2010

Renovarse o morir

Vuelve Un poco de tinta. Lo sé, es un mareo. No puedo evitarlo, soy una adicta al cambio, lo he sido siempre. Una inconformista. Una de esas que saben que nunca van a alcanzar la felicidad del todo porque para cuando la tocan ya no recuerdan por qué la querían.
Qué más da, eso no viene al caso ahora.
El marcapáginas es un blog en el que cuelgo mi trabajo. Procuré colgar algún relato, alguno que pasara la censura de mis amigas y ese "Jara, por dios, no puedes subir eso", pero no lo conseguía del todo. En un poco de tinta, en cambio, siempre he conseguido liberarme de mis complejos, del qué pensarán y, directamente, soltarlo todo. Me respalda el pensar que quien ha entrado aquí ya sabe a lo que ha venido...
Así que sí, vuelve Un poco de tinta. No sé con qué frecuencia; soy una inconstante, ¿lo he dicho ya? Pero guardará aquí todos los relatos que en el marcapáginas no habría podido incluir.
Vuelvo, con la cabeza gacha pero con una tímida sonrisa. Renovarse o morir, dicen.

domingo, 7 de febrero de 2010

Frío o calor. Día o noche. Sol o farolas.

Diagnóstico absurdo. Canción preciosa

Y nudos. Nudos que nunca saben cómo desatarse...

//aviso a navegantes: unpocodetinta sigue en el marcapáginas... la mudanza va poco a poco//

jueves, 21 de enero de 2010

ATENCIÓN! ME MUDO

Me mudo :D

¿Dónde? Pues a El marcapáginas. Más que nada porque era un lío esto de tener dos blogs, porque se terminaba segmentando la lectura y prefiero que esté todo junto. Entonces, os animo (a los que queráis seguirme, me leáis o me hayáis comentado) a que entréis a esta página y os suscribáis a esa en vez de a esta porque, si bien voy a estar anunciando aquí mis primeras entradas en el marcapáginas, tarde o temprano me mudaré del todo allí.
Por eso, muchas gracias por todos los comentarios que siempre me dejáis :) espero que esta mudanza sea llevadera y pido perdón por las molestias. A fin de cuentas, espero, será más cómodo.

Un beso a todos!

miércoles, 20 de enero de 2010

Más prólogo

Ya no recuerdo el último día que taché el calendario.
Lo he olvidado. Ya pasaron los días de gastar tinta en borrar un número del mes. No hay equis, ni saña. Sólo hojas con cuadros que no significan nada más que una forma geométrica.
Y ropa sucia en el suelo. Y humo en las sábanas, pegajoso. Y un cielo que aún de noche es amarillo, y ciega de luz la habitación. Y unas ganas de hablarte, de coger el teléfono y alcanzar tu garganta, por si las moscas. No vaya a ser que realmente estés al otro lado.

He olvidado también aquello de las manos y las piernas. Eso de las conversaciones absurdas sobre disolventes lácteos, deportes de riesgo y ciencia ficción. Eso de, frente a frente, imitar el movimiento de tus cejas. Hasta conseguir enfadarte y arrancarte una de esas muecas, uno de esos murmullos de pesadez que te llevaban de vuelta a tu cinematografía.
He olvidado también al protagonista de tu película. Y a sus manías. A su peculiar manera de mirar el techo, escrutándolo con los ojos como si incluso allí fuera capaz de encontrar algo interesante. Seguramente lo había, pero jamás fui partícipe del guión y, al margen, me contentaba con mirar haciendo eses en tus brazos.
En cualquier caso, lo que quiero decir es que lo he olvidado todo, escondida entre cáscaras de pipa y latas arrugadas. Que ya no lloro, porque ya no me acuerdo de cómo se hacía. Que hace tiempo que no miro si es verdad eso que dicen de que con el paso de los días crecen las uñas.
Porque poco sentido tiene mirar un reflejo en la espuma de la cerveza para intentar reconocerme. Y menos aún lo tiene coger el teléfono para saber si aún existes; para saber si tú, desde tu película, podrías decirme quién soy o asignar un papel para mí. Por muy humilde y secundario que fuera.

Pero a veces me gustaría comprobar si tu voz se pega al teléfono, de la misma manera que el tabaco a la sábana y el sudor a la piel. Y me gustaría bordar de nuevo cada una de las gilipolleces que me dio por decirte y repetírtelas de golpe, rápido y sin respirar, a ver si así yo también me las creo.
Para añadir a ellas que ya no recuerdo el último día que taché el calendario.
Que ya no lloro. Que ya sólo como pipas.
(Prólogo. De nuevo. Under construction)