jueves, 16 de abril de 2009

Mi frenesí

Calderón de la Barca dijo que era un sueño. Y un frenesí, y una ilusión. Shakespeare –y que me perdone la literatura inglesa, pero prefiero al primero sin ninguna duda-, dijo que era “un cuento contado por un idiota. Lleno de ruido y furia, que no significa nada”. Otros, que es un camino. Otros, un valle de lágrimas.

Y si de algo me doy cuenta releyendo todas estas contradictorias citas es de que nadie tiene ni pajolera idea de qué estamos haciendo aquí. Ni Shakespeare, ni Calderón, ni Moliere, ni Platón. Ni yo. Ni tú, probablemente, que me lees desde una pantalla con la mirada cansada de escuchar otra vacía reflexión existencial. Y pese a que se nos avisa en todas partes del sinsentido de todo, unos y otros perdemos nuestro tiempo en intentar encontrar la clave que explique nuestra existencia.

No sé si verlo como algo positivo. Quizás lo mágico del asunto no sea el objetivo de encontrar las respuestas sino el incesante deseo humano de hacerse preguntas. Tal vez. Aunque a lo mejor seríamos más felices si pensásemos “pues vivo, y punto”.

Pero aún así, como decía, nadie sabe nada y todos sabemos lo mismo. Ninguno llegó a abarcar, probablemente, ni una milésima parte de lo que supone vivir y yo, desde este joven teclado, soy plenamente consciente de que nunca lograré comprenderlo. Jamás. Y que no, que probablemente la vida no sea un sueño. Ni un frenesí. Ni un valle de lágrimas. Ni haya nada después, ni tenga un destino escrito, ni sea la reencarnación de un caracol. Ni sea una ilusión ni un cuento.

Pero sé lo que es mi vida hoy. Ahora. En este preciso instante en el que –según Hume y otros fatalistas de su estilo-, no puedo asegurar que dentro de tres segundos no vaya a acabarse el mundo. En este efímero, pequeñito y tonto instante en el que escribo. Sé lo que tengo. Sé lo que hay.

Y que me escuchen los filósofos, a mí, que no tengo absolutamente nada que decir. Porque aunque sea un cuento lleno de furia, sea un sueño, un valle de lágrimas, una copia de un mundo de ideas o una madriguera de conejos, estoy convencida de que merece la pena vivir.

Y eso me basta.

4 plumas:

Anónimo dijo...

Quizá nos pasemos más tiempo haciendo cosas estupidas y sin sentido que haciendo algo realmente productivo.

Y esque somos seres ilógicos, pero para todo y la verdad es que así es más divertido. Me ha gustado tu post, yo muchas veces pienso así pero no puedo evitar acabar buscando la cuadratura del circulo.

Sigue así, saludos

Anónimo dijo...

Anónimo (ahora yo el de siempre), el anterior es un infiltrado.

Muy contenta te noto yo en esta última actualización. Muy positiva y saboreando la vida. Sin conocer más allá de lo que escribes, sólo diré que me alegro de que la vida te trate bien.

Un saludo y sigue así. Sabes que me encanta la facilidad con la que escribes, pequeño prodigio =)

Leodin DaCore dijo...

Efectivamente. La vida merece la pena vivirla :) . Yo soy de las que dice que es un camino, a la vez que un regalo :) .

Un abrazo ^^ !

Nuevo look de blog, no? :P

... dijo...

A riesgo de quedarme anclado en repetir lo mismo, sigo diciendo que es una gozada leerte. Ya se me ocurrirá otra expresión en momentos de lucidez.

Por cierto, en cuanto al contenido, ni un ápice a añadir. No tiene sentido esto a lo que llamamos vida, pero no vamos a dejar de preguntarnos qué hacemos aquí.

Un saludo, =)